miércoles, 10 de agosto de 2011

PARA MI CIUDAD

   Foto de: Bernai Velarde / http://www.flickr.com/photos/bernai-velarde

Hoy se conmemora en el Ecuador y en Quito la revolución que desencadenó en el establecimiento de la primera Junta de Gobierno  Autónoma de América, el 10 de Agosto de 1809, al año siguiente, el 2 de Agosto de 1810, varios de los integrantes de aquella junta y muchos otros rebeldes fueron asesinados por las tropas españolas. En 1830, Ecuador ya era una república independiente

Escribí los siguientes cuentos para un concurso sobre relatos urbanos, que sirvan en esta ocasión para honrar a mi ciudad en un día tan importante.

El cielo de Quito
Un día muy soleado alguien maldijo al sol por quemarlo tanto, entonces Dios hizo llover tenuemente, volvió a quejarse alguien más por haberse mojado, Dios detuvo la lluvia pero dejó algunas nubes negras en el cielo para que no molestara el calor. Al contemplar aquello, varias personas se lamentaron aduciendo lo feo del cielo… como un gran trueno se escuchó la voz de Dios: ¡Sea de ahora en adelante el cielo de Quito como las quiteñas!, que no se decida, que lo mismo resplandezca que llore, que hiele la sangre o que sofoque, pero que siempre admiren su belleza.

La Adoración
¿Adoración? Quién sabe más que el quiteño de adorar… las procesiones, las serenatas, las imágenes y las estatuas. La luna, el sol, los padres, los hijos, el equipo del corazón… y esa mujer… que nunca nos amo.

Existen los Fantasmas
Dentro de su casa, frente a la pantalla, el mismo universo aparece completo, los viajes al centro de la tierra y al fin del cosmos son posibles, es presidente y mendigo, monstruo y héroe, fontanero y pandillero, futbolista y guitarrista, empresario, padre, abuelo… pero hijo no, porque en su cuarto es otro… afuera, es solo un fantasma que quiere regresar a su paraíso. Hay varios fantasmas deambulando por la ciudad ahora, llegando del colegio, de la escuela y de aquellas guarderías para adultos.

El Machángara
Viejo me dicen y aún corro y canto, viejo me dicen desde hace tanto… ¿pero quién puede decirse joven en verdad?, he visto niños amargados, muchachos descarriados, adultos desalmados, pero nunca mi vida han secado. Yo seguiré andando, conmigo sus despojos llevando.

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